Eterno escribió:
Por otra parte, que mala costumbre celebrar a los demonios, esqueletos y espiritus
Yo creo que es una celebración sin sentido. Tan lindo que es vivir, y nosotros festejando a la muerte.
Sin embargo, esas celebraciones me dejaron algunas anécdotas que recuerdo con nostalgia. Compartiré la que talvés es la más recordada de mi niñez.
El Espectro
El más gracioso de nuestro grupo había bautizado de esa manera a un niño que aquella noche de Octubre nos seguía cauteloso desde atrás mientras nosotros pedíamos dulces.
El niño tenía un aspecto muy desagradable; sus ropas estaban sucias y muy gastadas, andaba descalzo y tenía una parte del rostro, al parecer, quemada. Pobre niño.
Arturo, el ingenioso, nos dijo que era un espectro, y que cambiaba de lugar desapareciendo en un segundo; además, que gritaba suplicando ayuda. Casi todo el grupo le creyó, seguro por la actitud behemente y el total convencimiento de Arturito. Desde luego, y agradeciendo al cielo por mi incredulidad que adopté desde pequeño, no le creí en absoluto.
Cuando llegamos al barrio con nuestro bolsillos y calabazas de plástico repletos de dulces inverosímiles, las niñas escucharon atentas el relato de Arturo respaldado por todos los supuestos testigos que daban fe de lo ocurrido. Yo por mi parte no desmentí nada. Arturo me caía bien.
En efecto, todo eso se convitió en un hecho aunténtico y muy comentado.
Actualmente, hablamos de eso con los niños más pequeños, algunos de ellos se asustan y otros rien. De todos modos, Arturo confesó hace mucho tiempo que fue un invento suyo.
Sin embargo, seguimos manteniendo aquella payasada como un hecho veraz e histórico para las futuras generaciones del parque Nº 3 de San Amadeo.