Además de su soltura y poca intención de parecer serio, hay un hecho que me llamó la atención en un inicio, y que me hace ver siempre a Ringo como este "chiquiviejo" o en todo caso, un "abuelo muy cool"...
Se trata de su apertura al mundo moderno; a las modas "actuales", a no quedarse tan retro como los demás. Digo, si nos ponemos a pensar en los Beatles post-Beatles, a Paul a las justas y lo vemos con esas zapatillas combinadas con saco y pantalón. A John con ropa o muy estrafalaria o muy "común" (polo y jean... cuando no estaba abrigadísimo por el invierno Neoyorkino) y a George hasta se le veía medio abuelito en esos últimos videos, con gorritos, bufandas y demás.
Pero Ringo siempre anda con polos (algunos de diseño, muchos con mensaje), jeans, zapatillas... y no sólo eso; los lentes oscuros son una característica obligada en su look actual.
Adicional a eso, Ringo es el único que utiliza aretes y además, el único Beatle con tatuajes (uno en cada brazo). Si no me equivoco, como dato adicional, Ringo es quien más metido está en su propia página web, y además sus últimos discos han estado a la vanguardia de la tecnología (el Liverpool 8 venía también en formato "pulsera USB").
Esto sin mencionar sus efectos para batería, los cuales utiliza por demás en el Ringo-Rama.
Para complementar, dejo unos comentarios sobre los tatuajes de Ringo Starr; en tanto el tatuaje es un tema que personalmente me encanta; iniciando con este estracto de un reportaje de John Harris para la revista Saga, donde Ringo explica cómo se los hizo y... por qué ya no va a seguir


John Harris escribió:Ringo has kept a home in LA since the mid-Seventies, luxuriating in the climate, the blissfully opulent lifestyle, and the presence of scores of fellow musicians. He even bears the self-inflicted marks of a true Californian: two tattoos, etched on to his skin in the parlours that sprinkle Sunset Boulevard.
On his left arm is a shooting star crossing the moon, put there in 1976; on his right, there’s an image of a cross, set against what looks like a volcano, the result of an impulsive decision in 1994. “With the second one,” he says, “I took my daughter to have her tattoo brightened up, and I thought, ‘Well, while I’m here, I’ll have one too.’ But I promise you: I’ll not be having any more tattoos. In ’76, there was no pain. In ’94 – lots of pain.” He’s alluding, it seems, to the anaesthetising properties of brandy.
“Yeah,” he laughs. “Thank you, Martell.”
Acá los tatuajes a detalle:



Y en estas otras pueden ver a detalle sus aretes (de estrella!) y una cadena/collar muy bacán, con el Om.
