Frederic Seaman cuenta una tarde de grabación en las Bermudas con John Lennon.
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Traducción: Eterno.
En febrero de 1979, Frederic Seaman, periodista newyorkino, fue contratado por John Lennon como asistente personal. El músico es entonces una estrella de rock retirada, la sombra del músico activista y pacifista de los años 70. Este es Lennon: prácticamente un recluso en su fortaleza en el Hotel Dakota en New York, pasa su tiempo sin hacer nada, entre la habitación y la cocina, los periódicos y la tele, también con su hijo Sean. Bajo la férula de su mujer Yoko Ono, que arregla sus citas, ayudada por una tropa de videntes, hombres de ley y de comerciantes de pinturas.
Frederic Seaman es el testigo y al mismo tiempo el empleado de esta vida poco ordinaria de una pareja extraordinaria. Se ocupa de las compras, de los arreglos, de conversar con John, pero asiste igualmente a la renovada inspiración que va ser Double Fantasy, el disco de retorno de Lennon ... Seaman anota todo, día a día. La crónica de los últimos días de John Lennon –aproximadamente dos años – un reporte minucioso de la intimidad de un personaje fascinante, que descubre aquí un aspecto inédito.
"En la casa, instalé una nueva grabadora en la sala. Pronto John estaría ocupado en completar sus grabaciones. Mezcla una pista de guitarra a la versión de piano de «Serve yourself» y parece encantado del resultado. Se mete enseguida en una nueva canción que había escrito para Sean, titulada «Beautiful boy». Era una balada tierna del que la letra representaba una imagen idealista del trato padre e hijo, con ese verso a la vez profundo y fatalista: «Life is what happens to you while you're busy making other plans» (La vida es lo que te pasa cuando estas ocupado haciendo otros planes).
Deseoso de agregar «percusiones variadas» a su ultimo demo, John me sugiere ir a comprar un par de bongos y un tamborín, y de servirle de atril mientras tanto. Sin espera fui a desvalijar una tienda de instrumentos. Una tarde, después de nuestro ritual de contemplación del ocaso, John dice que estaba preparado para grabar un demo definitivo de «BeautifuI boy». Me solicita tomar los bongos y de unírmele en la sala. Pone un cassette virgen en la grabadora, toca algunos arpegios y acordes con la guitarra. Yo estaba sentado a uno o dos metros de él, a la expectativa, los bongos entre mis rodillas. «Servirá para más tarde», dice John. Por lo pronto, yo debía simplemente marcar con las palmas un ritmo de reaggae. Le digo que haré mi mejor esfuerzo. «Tócalo de oído», dice él, sintiéndome yo nervioso.
Presiona el botón «rec» del Sony e inclinándolo frente a su guitarra, se pone a tocar la dulce melodía. Yo me esforzaba en seguir la cadencia, viendo hacia John atento a otras instrucciones, mas el se contenta con asentir con la cabeza y cerrar los ojos. La toma se hizo así sin la menor prisa. John retrocede el cassette para escuchar el resultado. Además de las palmas de mis manos, de la guitarra de John y de su voz, entendemos también un tercer sonido sobre la cinta: un ruidoso coro de ranas. Ellos nos daban una serenata cada noche en la Villa Undercliff.
«No esta mal para la primera toma», dice John deteniendo el cassette. Esta vez, el me hace tocar los bongos. Al cabo de algunos compases, el interrumpe la grabadora pidiendo que toque mas fuerte. «Tócala mas cool, Fred », dice, agregando que faltaba que yo me «quede en segundo plano». Le aseguro que no tenía ninguna intención de hacerle competencia. Hacemos alguna tomas con los bongos. Escuchando así la canción que se revela, experimento una sensación musical que jamás había conocido. Las tomas eran elementales, yo tocaba a destiempo, pero John estaba contento. Era como ver a John convertir un mineral en bruto, refinándolo, limpiándolo, tratándolo, y moldeándolo en un bello objeto.
Después de algunas tomas, John me sugiere, en lugar de marcar el ritmo con los bongos, marcar el ritmo con un bolígrafo. Marco así algunos compases, y John asiente la cabeza. «Canción de cuna!» dice, entonces yo cuento el tempo. Luego pasa la primera toma «palma de manos» sobre el Panasonic, grabándolo todo en directo sobre el aparato Sony.
Hasta entonces, yo conocía bastante la canción para permitirme agregar sutiles variaciones, tratando de no tocar demasiado fuerte, en no hacer demasiado. Re pasando el «demo de dos pistas», él me hace así mismo cumplidos, y dice que en el estudio la hará doblar por una bonga, mi motivo rítmico a destiempo. Quizá me dejará tocar el tamborín o las campanillas sobre el álbum. Me siento más que contento. En mis sueños más locos no me hubiera imaginado jamás hacer música con John Lennon.
La mañana del día siguiente, John toca «Beautiful boy» para Sean, que bailaba en la sala, loco de alegría de que su padre le haya dedicado una canción. Como es costumbre, John se sentía culpable de no conceder más tiempo a su hijo, que estaba la mayor parte del tiempo de paseo en la isla con Helen...
John desplaza pronto su improvisado estudio a una habitación de amigos en el primer piso. Su repertorio, que comprendía ya «Borrowed time», «Beautiful boy», «Steppin' out» y «Serve yourself!», se desarrollaba rápidamente. Habían algunas otras canciones que John se esforzaba en terminar antes de la llegada de Yoko, prevista para el último fin de semana de Junio. Entre aquellas, una balada autobiográfica a lo Dylan, «Watching the wheels», resultado de la transformación de un antiguo demo, «Watching the flowers grow».
John queda en ponerle mas cuidado a la escritura de la letra de «Watching the wheels». Trata al piano en el salón antes del almuerzo o la cena, y toca hasta entrar en una suerte de transe, donde las palabras faltantes le lleguen de «allá arriba». «Las mejores canciones», dice él, «son aquellas que vienen a mitad de la noche, se debe ponerlas sobre el papel para conciliar el sueño» Agrega que estas canciones "inspiradas" eran en general más superiores a las «canciones a formula» del tipo de temas que él y Paul McCartney habían trabajado en gran cantidad durante los primeros años de los Beatles. «Escribir una canción a formula», decía John, «es como dibujar siguiendo los puntos».
John era más metódico en su manera de componer. Encontraba primero los acordes bases al piano, trabajando al mismo tiempo las letras. Cuando tenía una versión en bruto de una canción, perfeccionaba la melodía en la guitarra. Finalmente, agregaba un ritmo. John programaba su caja rítmica con mucha habilidad, e intentaba generalmente diversos tempos antes de encontrar aquel que le «pegaba». Tenia siempre la grabadora en marcha cuando trabajaba, y hacia un double-track de sus demos favoritos hasta obtener un «master demo» que le gustará".
Eternamente
