Adiós

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Be-a-bee
Brian
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Adiós

Mensaje por Be-a-bee »

La verdad es que esto no es mío, me lo pasaron por e-mail y no sé quién lo escribió, pero me encantó.

Adiós

Paul soltó su bajo de manera repentina. El Rickenbaker para zurdos quedó intacto frente a él aquel día en el estudio número dos de Abbey Road. El silencio cubrió sus cabezas, mientras el bajista del grupo cerraba los ojos con fuerza, como si intentara recordar algo muy importante.

-¿Qué ocurre?- preguntó Ringo desde la batería.
- No es nada- respondió Paul, cubriendo su cara con sus manos, amortiguando su voz.
- ¿Qué diablos, Paul?- añadió John.
- Dije que no es nada.

El bajista dio la espalda al resto de la banda sin quitar las manos de su rostro.

- Necesito ir al baño. ¿Por qué…? ¿Por qué no graban la percusión mientras no estoy?
- No hay problema, Paul- dijo George acercándose a él y mirando expresivamente a Ringo, quien asintió con la cabeza, dando a entender que estaba listo para hacer su trabajo- Hey, ¿estás bien?

El guitarrista se acercó a su compañero, poniendo una mano sobre su hombro. Paul aún seguía de espaldas, sin embargo, cuando sintió el contacto de la mano de George, se alejó como si hubiera recibido un golpe eléctrico. Últimamente las cosas no habían estado bien entre ellos y no era común ese tipo de acercamiento. No obstante, algo en el ambiente les decía que no todo estaba bien.

- Sí, Hari. Vuelvo en un momento.

Sin mirar a nadie, con la mirada fija en el piso, salió raudamente del estudio, dejando a George Martin perplejo en la cabina, escaleras arriba. A sus espaldas, Paul pudo escuchar cómo el productor le preguntaba a los tres Beatles restantes qué le había ocurrido. Ninguno respondió, y por el rabillo del ojo pudo ver que Ringo se encogía de hombros.

- Sólo espero que no nos quite más tiempo con esta estúpida grabación- la voz de Lennon llegó hasta él.

Paul pudo ver claramente en su mente a Yoko sonriendo con sorna y la ácida expresión de John. Había visto ese rostro miles de veces antes durante los últimos meses. No había forma de olvidarlo.

Aceleró el paso y cerró la pesada puerta tras él. Su respiración estaba entrecortada. Nadie sabía lo que había ocurrido el día anterior. Diablos. Lo habían culpado por no llegar al estudio, pero aún así no dijo nada. No podía presentarse ebrio. Daba igual. Borracho tampoco habría grabado, o si lo hubiera hecho, no habría sido nada decente.

Yoko se mantenía el silencio, pero su profunda mirada lo desconcertaba. Sentía como si estuviera juzgándolo a cada momento, o peor aún, como si estuviera diciéndole de manera implícita “Mira quien tiene a John ahora”. Pero, ¿qué diablos hacia ella ahí?
Eran un cuadrado y todo se había convertido en un maldito pentágono, con un lado que no concordaba con los demás. ¡Incluso John había hecho que participara en los coros de “Birthday”, por Dios!

Si sólo pudiera llegar a casa y acurrucarse en sus brazos. Olvidar a esa mujer japonesa y todos los dolores de cabeza que les estaba causando. Pero ya no era posible…

Ya no tenía nada. ¿Qué pretendía?

Se había quedado de pie allí, frente a la puerta, sin moverse. Ni siquiera sabía adónde ir.
Las lágrimas que habían amenazado con salir minutos atrás no perdieron tiempo y se derramaron por sus mejillas. Eran hombres del norte. Los hombres del norte no lloraban. Se limpió el rostro con la manga de su chaqueta y caminó sin rumbo.

Se cruzó con un par de ingenieros de sonido, quienes lo saludaron amablemente, pero él no contestó y caminó con la cabeza gacha. Probablemente pensaban que era un cerdo egocéntrico, pero no le importó. Todo debía seguir como siempre. No quería que las cosas cambiaran. Era lo que menos deseaba. Ya estaba perdiendo a John y había perdido a alguien más el día anterior. ¿Por qué todo seguía cambiando?

Segundos después cruzó la puerta del baño de hombres. Sería el único lugar donde podría esconderse, y además, no le habría mentido al resto.

Abrió la puerta y revisó si había alguien allí. Miró bajo las puertas de cada cubículo. Nada. Lo primero que hizo fue encerrarse en uno de los cubículos. Nunca antes había notado lo limpios que mantenían los baños en el estudio. En ese momento agradeció el hecho, ya que se sentó en el piso y miró hacia el techo, rodeando sus rodillas con sus brazos.

Diablos. Si hubiera sido más conciente. Si hubiera pensado con el cerebro y no con otra parte de su cuerpo quizás las cosas habrían sido diferentes. Aunque pensándolo bien, sólo se arrepentía debido a la soledad en la que se encontraba perdido. ¿Realmente seguía siendo importante para ella? ¿Y para él?

Repentinamente, sintió la puerta principal del baño abrirse de golpe. Deseaba con todas sus fuerzas desaparecer de allí. Se sentía avergonzado, atrapado y vulnerable. Sabía que su apariencia en aquel momento representaba debilidad, y débil era lo último que quería ser.

- ¿Paul?

Y todo fue aún peor.

- ¿Paul?- la voz de John Lennon resonó en el eco del lugar.
- ¿Es que acaso no puedo ni siquiera venir al baño en paz?- se atrevió a decir, a pesar de que su voz temblorosa amenazaba con delatarlo.
- Sí, claro.

Sintió pasos y luego silencio.

- No te veo de pie frente al excusado, ni sentado en él. ¿Qué diablos se supone que debo pensar?- lógicamente había espiado por debajo de la puerta.
- Supongo que sabes que este es un baño de hombres y… que mujeres no pueden entrar, ni siquiera las japonesas. No la habrás traído contigo. Me lo pregunto porque parece una garrapata agarrada a ti.

Sabía que estaba poniendo el dedo en la llaga. Si se metía con Yoko, se metía con John. Sabía que lo estaba alejando aún más de él y haciendo que la amistad que habían compartido durante años se borrara de su memoria cada vez con más facilidad. No quería perder a John, pero tampoco quería a Yoko sobre él, recordándole que ya nada podía hacer. No podía evitar insultarla. No quería admitirlo. Él, quien había cantado con todas sus fuerzas y convicción que “todo lo que necesitas es amor” sentía un profundo odio por aquella mujer, y su boca no lo ayudaba en lo absoluto.

- Si es un baño de hombres, entonces, ¿qué mier... haces aquí, McCartney?

Eso había dolido. Sabía que John se encontraba cerca y su única protección era la puerta del cubículo en el que estaba. No iba a permitir que John lo viera llorando. Se burlaría hasta dejarlo sin palabras. Agarró aún con más fuerzas sus piernas y escondió su rostro en sus rodillas, dejando salir aún más lágrimas, originadas por el sarcástico e hiriente comentario de John. ¿Por qué mier... no comprendía que realmente lo quería y que lo que le decía sí le importaba?

- No entiendo qué diablos…- pero no pudo continuar. Su voz se quebró en medio de la frase y sintió pánico al saber que John probablemente adivinaría su estado.
- Paul… ¿estás llorando?
- No- la respuesta fue inmediata. No lo admitiría. No frente a John.

Luego hubo un silencio incómodo. Por un momento pensó seriamente en salir y actuar como si nada hubiera ocurrido, incluso se sintió capaz de hacerlo, pero sabía que sus ojos enrojecidos lo delatarían inmediatamente.

- mier.... No puedo creer que estés llorando.

A pesar de tenerlo tan cerca, Paul no pudo descifrar el sentimiento en la voz de John. Podría haber sido tanto de burla como de compasión. Y para ser sincero, ninguna de las dos opciones le agradaba.

- ¿Paul?

Esta vez no iba a contestar. No iba a desnudar su alma de manera tan fácil. Juró que se quedaría en silencio, porque si decía una palabra más, explotaría nuevamente en lágrimas y sabía John nunca entendería la presión por la que estaba pasando.

- ¿Paul?- repitió la voz del guitarrista rítmico- Hey, ¿estás bien?

La misma pregunta había sido formulada por George minutos atrás en el estudio, y para su sorpresa la emoción era la misma: preocupación. Pero siguió sin contestar. Él no podía llorar. No ahora. Debía mantenerse fuerte, porque si él no mantenía viva la llama de la banda, ¿quién lo haría?

- ¡Maldita sea, Paul! ¡Contéstame! ¡Puedo ver que aún estás ahí!

Paul soltó un sollozo involuntario y eso fue lo único que John necesitó para entender las condiciones en las que se encontraba.

- Dios…- fue lo único que pudo pronunciar- ¿Estás bien?- Silencio- ¡Ábreme la puerta, hijo de p#$%@!

John pateó la puerta con todas sus fuerzas en un intento de liberar su rabia, preocupación y confusión. Cuando no sabía qué hacer, siempre recurría a la fuerza, y esta no era una excepción. Pateó una, dos, tres veces, hasta que dejó una oscura marca de la suela de su zapato coronando una abolladura en el metal.

- ¡Basta!- gritó Paul, en aquel momento sin importarle si John descubría que estaba llorando- ¡Déjame en paz, imbécil! ¡Sólo déjame en paz! ¡Y dile a esa perra que me deje en paz también!

John no pudo tolerarlo. Pateó una vez más, tan fuerte que la puerta se salió de sus bisagras y quedó colgando de una sola, revelando una parte del oscuro cabello de Paul, quien nuevamente había escondido su rostro.

Durante unos segundos, John se quedó allí, de pie, contemplando a su vulnerable compañero, pero olvidó su estado, y recordó sus últimas palabras. Nadie se referiría a Yoko de esa forma mientras él estuviera vivo.

Pateó una vez más la puerta, la cual cayó sobre el brazo de Paul pesadamente, pero él no se inmutó. John se lanzó contra el bajista, y levantándole el rostro lo golpeó con el puño con todas sus fuerzas. Pudo escuchar un quejido de dolor y se preparó para recibir un golpe en respuesta, pero nada ocurrió. Paul volvió a acurrucarse en un rincón del cubículo del baño.

- ¡Vete al diablo, McCartney! ¡Púdrete!

No recibió respuesta. Nuevamente lo golpeó. De alguna manera logró alcanzar su estómago con su puño y lo dejó sin aliento, pero el bajista siguió tirado allí. Lo único que deseaba era estar solo. No quería golpear a nadie. Ni siquiera a John. Quería paz de una vez por todas.

John no comprendía. Conocía a Paul desde hace años y sabía que su reacción sería golpearlo en respuesta diez veces más fuerte, pero eso no ocurrió. Por un momento, consideró dejarlo allí tirado, solo, que era lo que realmente Paul deseaba en ese instante, sin embargo, una fuerza desconocida se lo impidió. Se quedó sin palabras. Pudo ver en los hombros del bajista, cómo su respiración se aceleraba. Sin levantar la cabeza, Paul habló despacio:

- Vete.
- ¿Qué?
- ¡Vete!

Luego de un momento de silencio, con pasos ligeros, John se acercó a Paul, cruzando la destrozada puerta y se arrodilló junto a él. Se quitó sus anteojos, suspiró y lo miró por unos segundos.

- Tenemos que terminar tu estúpida canción.
- ¿De verdad te importa? Pensé que ya todo importaba un caraXo para ti. Todo, claro, excepto Yoko.
- Cierto- aquella vez, no iba a negarlo. Era demasiado obvio.

Después de otro incómodo silencio, Paul levantó lentamente la cabeza, dejando ver sus enrojecidos ojos, sus mojadas mejillas y sangre en el borde de su labio, donde John había plantado su puño.

- Lo siento- dijo John, sin pensarlo.
- ¿Qué sientes?
- Siento haberte golpeado- se detuvo- pero lo merecías.
- Sí- Paul suspiró- Lo merecía.
- Entonces, ¿vamos?

Paul lo miró con confusión. No podía. Había llorado como un estúpido los últimos quince minutos, su labio sangraba y John aún quería volver al estudio como si nada hubiera ocurrido.

- Yo me quedo aquí.
- ¿Así? ¿Tan patético?

Sí, sabía que lucía patético, pero tenía derecho. No siempre podía estar de pie. Tenía que caer alguna vez.

- Sí, John. Tal como lo ves. Así de patético.

John se sorprendió con su respuesta. Nunca había imaginado que Paul dejaría de lado su maldito orgullo para declarar algo así, sin embargo, no dijo nada al respecto.

- ¿Qué diablos ocurre contigo, Paul?

Paul lo miró fijamente. Tal como lo habían hecho desde hace años. Sostener la mirada del otro y saber lo que está pensando mientras estaban en medio de un viaje con ácido. Siempre habían tenido esa especie de conexión, no obstante, a John, el contacto visual de su compañero, en ese momento lo intimidó y desvió la mirada.

- No puedo cantar esa canción. No hoy, al menos.
- ¿I Will?

Paul asintió.

- No es un gran reto, ¿sabes?- bromeó John, sarcástico, sentándose junto a Paul al asumir que no se irían de allí aún- Wow, esto sí que es romántico. Un baño…Sólo nos faltan un par de velas, la comida, y sería la escena perfecta.

Paul rió brevemente. El ingenio de John era incomparable. Pero estaba algo incómodo. Hace mucho tiempo que no mantenía una real conversación con el guitarrista, y el hecho de tenerla ahora, en un baño, sentados en el piso y con lágrimas en su rostro y el labio sangrando no mejoraba la situación.

- Entonces- dijo John, en un forzado acento afeminado- ¿Va a decirme el señor McCartney por qué no puede cantar su cursi tema?
- Jane terminó conmigo ayer- dijo cortante- Lo escribí para ella.

John no pudo articular palabra. Le costó un momento asimilar las palabras de su amigo.

- ¿La pelirroja…?
- Sí, John. Jane Asher, actriz, mujer, 22 años…
- No…- se detuvo, ni siquiera sabía qué decir- ¿Pero qué mier...…? Después de cinco años… pensé… ¡Estaban comprometidos! ¿Qué diablos…?
- ¿Sabes? Cada vez me convenzo con más facilidad de que soy un cerdo repugnante que juega con las mujeres.
- ¿Qué…?
- Me descubrió con Francie… en la cama.

John soltó un bufido.

- Espero que hayan estado durmiendo…

Paul lo miró incrédulo.

- No, John. No estábamos durmiendo precisamente. De todas formas es imposible que pudiera dormir estando encima de ella- Lennon subió una ceja- Sí, John, estaba encima de ella…
- Wow… no puedo creerlo. Sabía que eras un mujeriego sin remedio, pero…
- Mira quién habla, señor Lennon, casto monje…
- Bueno, por lo menos lo hice a propósito. Yo fui el que dejó a Cynthia, así que no sufrí una gran perdida. Además tengo a Yoko…

John no pudo continuar, al ver cómo la expresión de Paul cambiaba de pena a una de profunda angustia.

- Oye, lo siento.
- Yo también- Paul suspiró- Pero ya que tocas el tema, creo que eso es lo peor de todo. Ahora no tengo a nadie. Sinceramente quiero a Francie, pero no me veo pasando el resto de mi vida con ella y Jane se fue ayer. La casa está vacía. Sólo quedan mis cosas- tosió- Soy un asco.

John no comprendía lo que ocurría. Paul estaba hablando abiertamente con él sobre sus sentimientos, y no recordaba que se hubiera confesado así con él antes, excepto la noche en que hablaron de sus madres, pero la que quedó en el olvido al día siguiente.

- Aunque creo que quizás fue un alivio para ella- John percibió un claro resentimiento en la voz de Paul- Así podrá casarse con su carrera.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Te habías dado cuenta de que en un año sólo nos veíamos algunos fines de semana y un par de meses? Siempre estaba de gira y yo seguí aquí, en nuestro hogar, trabajando todos los días en el estudio, llegando cada noche a casa, siempre vacía.
- Eres un cursi sin remedio. Podrías escribir una buena canción sobre eso, ¿sabes? Uno de tus estúpidos temas sensibleros. Seguramente vendería millones.
- ¡Le pedí que se mudara conmigo! Y lo único que tengo de ella…- se corrigió- tenía de ella eran algunas de sus pertenencias en casa.
- Bueno, entonces Francie…
- Francie es buena en la cama.

John soltó una risotada.

- Esa sí que es buena compañía.

Paul sonrió amargamente.

- Lamentablemente, sí.
- Supongo que hacía todo lo que le pedías.
- Cierra la boca. ¡No voy a contarte esas cosas sobre Francie!- rió Paul, de manera poco convincente.
- ¡Oh, Paul! ¡Sí!- chilló John, haciendo su mejor imitación de la voz de una mujer- ¡Eres todo un tigre!
- ¡Cierra la boca, estúpido!- Paul golpeó a John en el brazo.
- ¡Hey! Eso duele.

Paul suspiró una vez más y jugó con la manga de su chaqueta naranja.

- Lo que más me duele no es el hecho de que se haya ido, sino es el hecho de estar solo. Creo que me amaba, o ama, no lo sé… Pero estaba enamorada de su carrera, y no la culpo… Y ahora… al famoso Paul McCartney de los Beatles no le queda nada más que una perra ovejera como compañía.
- Así que es por eso que buscaste compañía en Francie, ¿no? ¡Sin duda es buena en la cama!
- ¡Ese no es el punto, John!
- ¿Entonces ahora tendrás sexo con Martha?

Paul le quitó a John los anteojos de la mano, abrió el retrete y los colgó de sus dedos.

- No te atrevas- advirtió John con los ojos abiertos de par en par.
- Sabes que soy capaz de hacerlo.
- Pero no lo harás. Y si lo haces, luego me culparán de homicidio. ¡Hey! Es una buena idea… Así podemos inventar otra posible muerte para Paul McCartney y alimentar los rumores sobre la aparición de William Campbell. Sí… John Lennon asesina a Paul McCartney brutalmente en el baño de los estudios Abbey Road.
- John, por última vez. Cierra la boca. No estoy de ánimo para eso.
- “Turn me on, dead man. Turn me on, dead man”- canturreó John.

Paul hizo un gesto con la mano que sostenía los anteojos de John, los cuales bailaron peligrosamente entre sus dedos.

- Está bien, está bien. Sólo dámelos.
- No es la gran cosa. Si los tirara, sólo tendrías que desinfectarlos.
- ¿Crees que ahora no voy a desinfectarlos? Tú los tomaste, Billy Shears- bromeó John, luego se lanzó contra Paul y se los quitó ágilmente de la mano.
- Tienes suerte de que no esté con energías. Lo único que he comido ha sido una botella de escocés.

John lo miró con confusión.

- Maldito estúpido. Es por eso que ayer no llegaste.
- Fue ayer cuando ella se fue- suspiró- Aunque otros de mis seres amados se han ido mucho antes.

Hubo un incómodo silencio.

- ¿Te refieres a tu madre?
- No exactamente, John- dijo Paul despacio, para luego mirar al mayor directamente a los ojos, mientras las lágrimas amenazaban peligrosamente con desbordarse otra vez- Lo peor es que se van mientras siguen cerca de ti, aunque los veas todos los días. Sólo… desaparecen- en aquel momento, una lágrima cayó de su ojo izquierdo y resbaló por su mejilla hasta colisionar con su pantalón.

La limpió rápidamente, avergonzado. Tosió, carraspeó, miró el techo, se pasó la mano por el cabello y, evitando la mirada de John a toda costa, se puso de pie.

- Sabes lo que pienso sobre eso- dijo finalmente el bajista- Duele, ¿sabes?

John se quedó en silencio sin saber qué decir. Quizás en aquel momento debía mantener la boca cerrada. Quizás era lo mejor.

Paul se dirigió al lavamanos y abrió la llave del agua fría. Se lavó la cara, las manos, y se observó unos segundos en el espejo, mientras John seguía sentado en el cubículo.

- Supongo que hay que terminar la canción- dijo Paul cortante.
- Sí…

Se dirigió hacia la puerta y lanzando una última mirada a John, salió despacio, caminando pesadamente.

Esa mirada lo había dicho todo. Era casi como una despedida. Sí. Era una despedida. No dejaría a Yoko por nada del mundo, y a pesar de que quería a Paul como su verdadero y único hermano, nada era más importante que ella en el mundo, y Paul tendría que saber cómo superarlo.

FIN
♪ I beat Beatle ♪
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AMO LAS FIRMAS DE PAUL!!!!!!
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Maria Eleanor
Brian
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Mensaje por Maria Eleanor »

que bueno está esto!!!!!
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Molly beatlegirl
Maharishi
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Mensaje por Molly beatlegirl »

:'( :'( Que triste,no pude evitar llorar.Que emotiva platica... :'( :'(
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Ary Channels
Blackbird
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Mensaje por Ary Channels »

¡Yo se de quién es! Lo había leído hace como uno o dos años, es de una blogger
que hasta donde yo se se llama "Her Majesty" -si no mal recuerdo-, y esta(ba) inscrita en un foro al que
estamos inscritos algunos foristas McCartnianos XD Y sí, en verdad escribe MUY bien
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Cold windowpane... a car upturned in the rain
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LadyMadonna
Pete
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Mensaje por LadyMadonna »

Por dios esto me llegóo :( :( :(
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Anilu_Lennon
Blackbird
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Mensaje por Anilu_Lennon »

La del blog sos tu!! o.o Me encanto desde que lo lei en el blog!! :) es una de mis favoritas como el Paul llora y John lo calma aahh me encantoo!!
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THIS IS USUK TIME!!
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Be-a-bee
Brian
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Mensaje por Be-a-bee »

....no... no estoy en ningun blog!!!!!! hahahah
Anilu, yo también amo esa escena hahaha
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AMO LAS FIRMAS DE PAUL!!!!!!
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