04/09/2009 Edición Impresa LA ENTREVISTA CON EL PRIMER BATERÍA DE LOS BEATLES
Pete Best: «Lennon y yo éramos los que más ligábamos»
Le echaron de la banda en el momento en que rozaban el éxito con los dedos. Y sigue sin saber por qué, aunque no descarta que Paul McCartney tuviera algo que ver.
–Le echaron de los Beatles. ¿La culpa la tuvo Paul McCartney?
–Eso dicen algunos. Otros reparten la culpa entre dos e incluso entre los tres. Si algún día Paul, el único superviviente de la formación original, se decide a contar la verdad, lo sabremos.
–Tendrá sus sospechas.
–Es una zona oscura. Hubo quien dijo que yo era demasiado popular, que iba a la mía, que no me sometía a cambios de imagen, que fue por rechazar a Brian Epstein (el mánager). ¡Nada de eso tiene sentido! Estoy convencido de que John (Lennon) no compartía la decisión.
–Él digería esos días la noticia de su paternidad. No estaba para más líos.
–Así es. Una de las cosas por las que más le admiro es que reconoció que había sido un cobarde por no haber estado presente cuando Epstein me despachó. De hecho, lo más duro para mí fue ver que ninguno de ellos vino a hablar conmigo. Era como si todo estuviera decidido de antemano.
–Usted era el guapo de la banda.
–(Se ruboriza) Digamos que John y yo éramos los que más ligábamos.
–Hacía sombra a los otros dos.
–Yo solo sé que las fans acampaban en el jardín de mi casa y que, cuando tocábamos, a veces hacían sentar a los otros tres en el suelo para verme tocar la batería.
–¿Quién era el líder entonces?
–Las decisiones se tomaban entre todos. Pero John era una figura muy potente. Era el que conducía todos los debates. John siempre fue la esencia de los Beatles. Paul es un músico con mucho talento, con una gran gama vocal, pero si John no hubiera sido asesinado habría sido interesante ver las carreras de uno y del otro.
–Si tuviera a McCartney delante, ¿qué le preguntaría?
–«¿Por qué has hecho tan malas películas?»
–¡Venga, señor Best!
–Lo que seguro que no le preguntaría es: «¿Por qué?» Han pasado muchos años y estoy contento con mi vida. ¿Para qué abrir una herida que tardó cinco años en cicatrizar?
–¿Por justicia poética?
–¡Deje! Igualmente pasaré a la historia como el hombre que echaron de los Beatles. Ja, ja.
–Al menos se lo toma con humor.
–Entonces me hundí. Aquello me cayó como un bombazo. Estaba acariciando el éxito y, zas, ya no formaba parte de los Beatles. Una pesadilla. Sentí rabia, y algo de amargura. No podía entender. Mi cerebro no hacía más que darle vueltas al asunto.
–Cayó en una depresión.
–No exactamente. Lo que pasó de verdad es que, tres años después, intenté suicidarme. Tenía mujer, un hijo, una nueva banda...
–¿Coincidió esa tentativa con algún éxito de los Beatles?
–No. Solo fue una idiotez. Mi madre me dijo que debía de sobreponerme. Sobreviví, y estoy realmente contento de haber sobrevivido.
–Incluso cobró royalties por una decena de temas de Anthology.
–El dinero me vino muy bien, la verdad, pero lo más importante fue el reconocimiento a mi trabajo.
–¿Con qué se ganó la vida tras la patada?
–Durante un año fui panadero. Después entré a trabajar en una oficina de empleo de Liverpool.
–Y desde esa oficina vio a los Beatles ahumar su fama en sándalo...
–Eso me hacía mucha gracia, porque mi madre era india y yo, que nací en Madrás, desde pequeño oí hablar del karma y todas esas cosas. A ellos les llegó más tarde, pues bien... Más me sorprendió ver a John con Yoko haciendo todo aquel paripé de la cama por la paz. Creo que fue un intento de trazar su propia identidad.
–En 1988 volvió usted a la música. ¿Recuperó la autoestima perdida?
–Nunca la perdí. Volver a la industria era algo que no había planificado. Ahora tengo una banda, tengo fans y me han propuesto hacer una película sobre mi historia. No llegar a ser el número uno no es el fin del mundo, créame.
–Una curiosidad: ¿por qué no quiso cortarse el pelo a lo principito?
–¡Nadie me lo pidió! Nadie dijo que ese corte fuera a convertirse en marca de estilo de los Beatles.
–Los otros tres lo hicieron.
–Por entonces los Beatles eran rockeros, vestían de cuero a lo Elvis Presley. De hecho, cuando vimos el corte mop top que se había hecho Stu Sutcliffe (el primer bajista de los Beatles, que murió en 1962 a consecuencia de un derrame cerebral), influido por su novia Astrid, nos reímos mucho de él. Unos meses después se lo cortó así George (Harrison) y un año más tarde lo hicieron John y Paul.
–Luego Ringo se avino a todo. ¿Qué les dio él que no les diera usted?
–Yo era mucho más potente. Mi sonido era más fuerte, con batalla de ritmos, y no simplemente marcando el compás.
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