U///U perdón!!! que me he desaparecido!!! pero aquí les traigo unos ones y pronto el cap 7, lo prometo
Me volvereis a leer? por favorrrrr
[Si alguno está repetido, perdonadme, estaba haciendo un recuento de todo lo que no he subido aquí :/ ]
"Amanecerse sin ti"
JohnxPaul
John Lennon se quedó quieto en medio de la noche oscura, helada y cerrada de Hamburgo, se detuvo en medio de su deslizamiento sigiloso por la habitación porque había pisado una lata de refresco invisible en la oscuridad y ésta había terminado haciendo un ruido metálico agudo que le hizo erizar la piel y que probablemente tendría que haber despertado a cualquiera en la habitación; pero Stuart sólo soltó un gemidillo raro y siguió suspirando lento y pesado, como se hace cuando se está dormido, así que John volvió a respirar y siguió su sigilosa escapada de la habitación.
Durante aquellas horas de madrugada, en las que ni siquiera la más mínima luz lunar, ya ni siquiera las de los anuncios luminosos o las del escenario en el piso de arriba podrían alumbrar los improvisados pasillos del sótano donde él y sus compañeros vivían, la ceguera de John resultaba para poco, realmente había sido a base de rutina, y de andar esos mismos caminos durante las horas de día, que se había acostumbrado a bordear las protuberancias de los escombros metálicos que el dueño había dejado olvidados ahí, los muebles, los objetos personales… cualquier obstáculo misterioso que podría haber delatado a cualquiera en medio de la noche, él sabía justo cómo y dónde estaba.
La precisión y atención que le dedicaba a aquella simple rutina era un motivo tan escabroso en su mente que prefería no reparar en ello. No quería recordar la obsesión que sentía por mirar todo antes de apagar la luz, sólo para no tener ningún problema en el trayecto, no quería reconocer la obsesión que le era el esperar cada noche hasta que el último intento de mantenerse despierto de Stu se desvanecía, hasta que el único ruido que se escuchaba entre los pasillos además del barullo eterno del exterior, eran los ronquidos y suspiros nocturnos de sus compañeros, no reconocería que mientras esperaba simplemente se dedicaba a recordar, a memorizar caminos y gestos, no reconocería que aquello se había vuelto una pequeña obsesión.
No quería reparar en todo lo anterior puesto que eso significaría encarar algunas de las dudas más terribles que le habrían surgido en lo largo de su vida. La fuerza que requería para encarar esas preguntas no la sentía realmente suya, y no podía evitar sentirse como un ser débil y obsceno cada noche, justo después de cumplir con aquella meticulosa rutina.
John se detuvo frente a una puerta, sabiendo que si subía la mano un poco tocaría la perilla. Le gustaría poder decir que tenía la capacidad de dar media vuelta justo ahora, de girar los talones un poco y regresar el camino andado, hasta llegar a su habitación, donde, sin demora de ningún tipo, se iría a la cama, y dormiría inmediatamente, sin darle vueltas a la tentación de repetir todo el proceso hasta llegar de nuevo a aquella puerta.
Pero no era así, no podía, y pensarlo era la atestiguación de que no tenía fuerza para detener aquello, de que no quería hacerlo de cualquier forma, y de que estaba encadenado a esos momentos nocturnos.
Suspiró.
Giró la perilla con cuidado.
Entró a la habitación.
Entrecerró la puerta tras de sí.
A diferencia de los demás cuartos del sótano, la pequeña habitación que Paul y George compartían tenía una luz casi inexistente, pero funcional, que llegaba del exterior helado de Hamburgo, colándose por el vidrio de una ventana que había quedado semi libre. El pedazo de ventana, sucia y cubierta de aguanieve y hielo, que alcanzaba a entrar en la habitación, era del ancho de una mano, pero era suficiente para hacer menos densa la oscuridad de la habitación.
El guitarrista soltó la perilla de la puerta y caminó hacia el costado de una cama, se sentó en el piso frío apoyando la espalda en la pared y pestañeó hasta acostumbrar a sus ojos tras los anteojos a que miraran a través de esa insana luz.
Lentamente el cuerpo sobre la cama fue tomando una forma lógica; las mejillas rollizas, los labios entre abiertos, la nariz agraciada, el cabello rebelde cayéndole sobre el rostro, rozándole las mejillas, las cejas, los párpados que cerrados impedían ver el par de enormes ojos expresivos… las manos sobre la almohada, una bajo la cabeza, los brazos, el dorso cubierto por una insuficiente cobija delgada que era parte de la causa de que el resto de su cuerpo estuviera tan junto.
John apoyó la cabeza contra sus manos, a su vez apoyadas contra sus rodillas. Aquello no era correcto, no era correcto esperar todas las noches con el ansia recorriéndole el cuerpo, esperando sólo el momento de escurrirse de su habitación a la de Paul para mirarle dormir. No, no tenía nada de correcto, pero solo al mirarlo dormir, con una paz que lo hacía ver simplemente hermoso, John se sentía tranquilo. Invariablemente, en el momento en que sus ojos cuasi ciegos comprendían la figura de Paul, su corazón latía con más fuerza, su respiración se calmaba, su cuerpo se sentía tranquilo.
El guitarrista se pasó las manos por los cabellos castaños, desesperado, intentando comprender la contrariedad de sus emociones, las que lo estaban enloqueciendo; por un lado la necesidad urgente de mirarle, de sentirlo cerca, por el otro, la voz de la razón que cada noche, cuando se levantaba para irse a su propio cuarto, le hacía sentir culpable, le hacía querer jurarse que no volvería ahí la siguiente vez, y luego el círculo vicioso, donde se derrotaba a si mismo hasta el cansancio, convenciéndose de que no lo haría, sólo para después levantarse de la cama y recorrer el camino hasta la habitación de su amigo.
Paul soltó un suspiro dormido, John levantó la vista y le miró.
-¿Con qué sueñas Paul?- susurró. -¿Podrías soñar sobre mí, aunque sea una vez?- El chico volvió a suspirar desde su cama, y sin poder evitarlo, a John una sonrisa enorme se le formó en el rostro.
-A veces quisiera…-se detuvo, mirándolo, cambiando su sonrisa por una mirada severa.-quisiera mantenerte cerca, impedir que te vayas, sentirte cerca de mi corazón, sentirlos latir a dueto… y luego recuerdo, que no está bien pensar en eso, y me mata, y quisiera huir, y dejarte atrás… pero, he descubierto, que yo…- del otro lado de la habitación, George Harrison se movió pesadamente en su cama. John lo miró aterrado, viéndolo levantar los brazos, justo como si estuviera deseando estirarse, justo como si estuviera a punto de despertar. John permaneció estático, agachado para que la cama de Paul lo cubriera en caso de que George se despertara, pero el guitarrista más joven dio un giro más sobre su cama, que rechinó horriblemente, y luego reanudó su sueño.
Con el corazón acelerado, asustado y nervioso, John se levantó lentamente, lanzó una última mirada a la cama de Paul, y se deslizó por la puerta hacia la oscuridad del sótano. Ahí, demasiado consternado como para dormir, lo encontró el amanecer y el ruido matutino del puerto. Stuart se despertó y lo miró con cara de preocupación una vez que hubo comprendido que el guitarrista no había dormido.
-¿De nuevo John?-preguntó el chico sentándose sobre la cama de su amigo. John sólo asintió, sin despegar los ojos del techo.- ¿Por qué no puedes dormir?-El otro hizo una mueca y elevó los hombros.
-Creo que es porque no es lo mismo amanecerse sin…-se calló a tiempo de decir algo que traería grandes consecuencias.
-Ya veo.-se burló Stu con mirada pícara.-No te preocupes Lennon, las chicas te perseguirán algún día.-le picó.-Por ahora te prestaré algunas…-
-Ya quisieras Van Gogh…- se burló John intentando olvidarse de que había estado a punto de decir, que amanecerse sin Paul, no era lo mismo.
Te extrañé.
JohnxPaul
Paul se deshizo de la gabardina y entró con una enorme sonrisa a la habitación, en el interior, su compañero de composición y parrandas, John Lennon, miraba televisión prácticamente sentado sobre su espalda, apoyando la cabeza contra el respaldo de la silla, y con la espalda sobre el asiento en una posición que parecía más bien incómoda, rodando los pulgares uno sobre el otro como un niño pequeño aburrido.
Paul negó con la cabeza, las bolsas de papel crujieron mientras las dejaba sobre la mesa del comedor. Estaba concentrado en evitar que se aplastaran los alimentos cuando un golpe lo tiró al suelo.
-Aw.-se quejó.
-¡¿Dónde estabas Paulie?!-Cuestionó la voz apresurada de John. El bajista abrió los ojos. John estaba sobre él. Tenía los brazos a los costados de Paul, las piernas abiertas sobre las de él, el rostro sobre el suyo, casi tocándolo. El guitarrista tenía los ojos ansiosos, y se mordía el labio inferior mientras el cabello le caía desordenado por la frente.
-Fui a la tienda John.-contestó el bajista mirándole a los ojos.
-Te tardaste mucho.-se quejó John.
-¡Claro que no! -
-¡Que sí!-
-¡Que no Lennon! Sólo he ido por comida, que además de jugar con las guitarras por toda la casa necesitamos comer.-replicó Paul sonriendo.
-Ah… pero si no te quejabas ayer cuando jugueteamos por "toda la casa."-le picó John sonriéndole y levantando la ceja. Paul enrojeció un poco y John soltó una risilla.-Como sea, te tardaste.-dijo John recuperando su postura de niño enojón.
-Argh.-Paul rodó los ojos y empujó a John con su mano para hacer que se levantara. John pasó su pierna y brazo izquierdo sobre él y de alejó un poco. Ambos quedaron sentados sobre el piso, mirándose con gestos retadores. Cuando Paul no pudo ganar el concurso de mímica, se dio por vencido y se puso de pie.
-¿A qué va todo eso de que me tardé por cierto?-preguntó tendiéndole la mano para que se levantara.-de verdad no ha sido más de media hora, y tu dormías cuando me fui…- John se puso de pie con ayuda de Paul, pero una vez de pie se giró y miró hacia el piso.-¿John? ¿Qué pasa?-
-Nada.-contestó John paseando las manos sobre la barra de la cocina. Pero era obvio que algo pasaba. Paul se acercó y lo abrazó por la espalda, apoyando la quijada sobre el hombro de su amigo. Aspiró. Olía a John, olía como sólo él podía oler. Sonrió.
-¿Qué pasa amor?-preguntó suavemente, su aliento acariciando el cuello de John. EL guitarrista tragó hondo, pero no habló, ni se movió.-Vamos, cuéntame.-le pasó la nariz por la nuca. John se estremeció y se giró enfebrecido.
-Te extrañé.-soltó. En sus ojos Paul veía su rostro, su rostro retratado con una pasión demasiado fuerte.-Eso es lo que pasa.-confió John.
-¿Me extrañaste?-
-Mucho.-
-¿De verdad?-provocó Paul.-No lo creo Lennon.-El bajista soltó a John y se dio media vuelta para ir hacia la mesa de la cocina.-Nadie extraña a nadie en media hora.-
-¡Yo sí!-replicó John frustrado por la evasiva de Paul.
-Pruébalo.-pidió Paul aun dándole la espalda, sosteniendo las bolsas y hurgando en ellas buscando un pretexto. John entrecerró los ojos con enojo. ¿Con que el pequeño Paul no le creía eh? El guitarrista jaló el brazo de Paul y lo giró para que lo mirara a los ojos.
-Con un demonio Paul McCartney. Te fuiste, y al despertar sentí que se me iba el mundo. Tú no estabas, y yo… te extrañé.-Paul tragó hondo, intentando concentrarse en mantenerse tranquilo en lugar de enloquecer como sentía que estaba a punto de suceder, al ver el labio de John entre sus dientes. Sus cuerpos demasiado juntos, a tal punto que Paul sentía el tibio pecho de John contra el suyo. John pasó los brazos por los hombros de Paul, y sus manos acariciaban su espalda. –Te extrañé y tú te mofas de ello.-dijo metiendo las manos bajo la tela de la playera de Paul. Sus ojos sin permitirle desviar la vista, la boca siseando, las manos calientes contra la piel de su espalda, bajando por la columna, presionando su cintura, saliendo de debajo de su playera para abrazarlo por la cadera.
Paul se tragó un gemido e intentó hacerle ver a John que estaba en calma, en control.
-Pero ahora estoy aquí, y no te dejaré… no te dejaré solo de nuevo…-
-Eso no borra que ya lo hayas hecho, ¿no crees?-John dio un paso hacia adelante, Paul un paso hacia atrás, la espalda de éste chocó contra el borde de la mesa. -¿No lo crees Paulie?-susurró John sobre sus labios, su nariz rozando la de Paul.
-Yo…-el bajista tartamudeó.- ah… yo…-
-Tú entiendes que me has hecho sufrir ¿verdad Paul?-el guitarrista puso su boca contra la quijada de Paul, rozando los labios contra la piel de su mejilla. El bajista suspiró. Aquel simple suspiro desató el control de John. El guitarrista tomó el rostro de Paul y lo besó con fuerza. De pronto su lengua se paseaba contra la de él, contra su paladar, contra la base de su boca y sus labios. Las manos de John atrapaban al chico contra su rostro, una de ellas halaba de su nuca, la otra se enredaba entre las mechas rebeldes del cabello oscuro de Paul. Soltó un gemido.
Las manos del bajista lo habían estado sosteniendo del borde de la mesa hasta ese momento, pero las rodillas le flaqueaban y se aferró de John haciéndolo que se tambalearan hasta terminar tirando las cosas de la compra al piso, donde ellos mismos también terminaron de nuevo.
El mundo se convirtió en un borrón, no había nada a su alrededor que no fueran aquellas sensaciones. Un estruendo de la frialdad del piso contra su piel desnuda, el cálido roce de la piel de John contra la suya, el escalofriante aliento de John sobre su piel, el roce ligero de su cabello sobre la piel.
-Demonios… John…-De pronto la mano de John se detuvo sobre los pantalones de Paul. El guitarrista desabotonó los jeans y jugueteó a pasar las yemas de sus dedos entre la piel y la tela. –Por favoooor-suplicó Paul en un gemido. Cualquier movimiento coordinado quedaba en esos momentos muy lejos de su capacidad, y entonces John estaba encima de él, cruelmente arrojando su cabeza hacia atrás y prendándose de su cuello, chupando y mordiendo.
Paul se incorporó buscando un beso, enterrando su lengua dentro de la boca de John y girándolos a los dos, su ropa todavía era un nudo desordenado alrededor de él, impidiendo sus movimientos. Las piernas del guitarrista se abrazaron a Paul y el roce entre sus cuerpos los hizo retorcerse, empujándose y moliéndose el uno al otro, ambos eran todo manos, dientes y lenguas, desesperación y necesidad.
Al arrojarse sobre John las botellas de refresco giraron hasta caer entre las piernas de Paul, apuntando con la boquilla convenientemente hacia John. Paul aventó la botella a un lado y se abalanzó contra la camisa de John.
-¿Verdad o reto Lennon?-Bromeó el bajista con los dedos sobre los botones de John.
-Rétame a lo que quieras Paul, hoy rétame cuanto quieras.-Paul soltó una risita ahogada y terminó de desatarle los botones.
-Parece que no te gusta mi camisa.-se burló John al ver las prisas con las que ahora el bajista intentaba desnudarle.
-No es mi favorita diría yo.-
-En ese caso no me interesa conservarla.-criticó John quitándosela por el bajista y arrojándola al piso.
Felíz cumpleaños Paul.
JohnxPaul
One hecho por el cumple de Paul jojo el 18 de junio D:
Has olvidado algo. Has olvidado algo. Has olviDADO ALGO. Has OLVIDADO ALGO. ¡¡¡¡HAS OLVIDADO ALGO!!!!!
John meneó la cabeza con desespero; el sentimiento de que algo, y no cualquier cosa, sino algo importante se le había olvidado le brincaba por el cerebro impidiéndole concentrarse en su periódico matutino. Había tenido esa sensación desde la tarde anterior, primero cuando salió a la calle a dar una caminata y de pronto todos lo miraban como si algo le faltara, molesto, se había revisado de arriba abajo tratando de adivinar si era que se había puesto la camisa al revés, le faltaba un zapato o algo, después de ver que sus pantalones estaban en su sitio, y que su ropa no parecía incompleta, reanudó su andar por la calle sintiendo como los ojos lo seguían.
No era como de costumbre, eso era el problema. Ya estaba acostumbrado a ser seguido a todos lados por ojos curiosos, pero en aquellas miradas había la sensación de que algo le faltaba, de que olvidaba algo.
Creyó que de irse a dormir se le olvidarían aquellas miradas, pero al despertar el sentimiento se había vuelto más fuerte, y ahora venía aunado a uno de frustrante angustia, casi como si sintiera culpa de algo. Detestaba sentir que se le olvidaban las cosas. Detestaba sentirse culpable. Detestaba que siempre que se sentía así había problemas.
Perdido en su mente leyó mecánicamente las líneas del periódico, al toparse de pronto con una frase que se le coló hasta el consciente notó que llevaba tres párrafos de un artículo que no tenía idea de qué trataba.
Soltó un suspiro y dejó la sección de política por la paz y se decidió a dar vueltas hasta la sección de espectáculos, para reírse de lo que sea que tuvieran que decir sobre él y sus compañeros de nuevo, sin embargo, cuando miró la primera de las páginas de la sección, se le olvidó por completo todo sobre reírse.
"Feliz cumpleaños al Beatle Paul McCartney" citaba en negritas el título sobre una foto enorme de Paul sonriendo hacia las cámaras. A John se le cayó el corazón al estómago.
¿Cómo habría podido olvidar que ese día era el cumpleaños de Paul? ¡¡Demonios!! Eso era simplemente absurdo, ¿Es que acaso estaba tonto?
-Paul se enojará mucho conmigo….-musitó preocupado. Apresurado, miró el reloj en la pared para revisar, ¡¡30 minutos!! ¡¡Paul llegaría a casa en 30 minutos!!-Joder.-el guitarrista se puso de pie y corrió a la sala, tomó el teléfono y dio vueltas al dial mientras intentaba vestirse.
-Sí… bueno, quisiera ordenar comida para dos por favor…. Sí…. Eso estaría bien… excelente… ¡¡¿40 minutos?!! Si llega en 20 le pago el doble… excelente… -dio la dirección y colgó. Mientras se ponía una chamarra y sostenía las llaves con la boca, comprobó que aún tenía 25 minutos, bajó corriendo las escaleras, salió a la calle como un loco, y siguió corriendo, tenía que llegar antes de que Ron cerrara su tienda de música 25 calles abajo, apresuró su carrera por las concurridas calles, la gente le miraba curiosa al mirarle correr, asombrada al reconocerle.
-Ron, Ron, no cierres… necesito comprarte… uff… un disco…-
-Claro señor Lennon, pase, pase…-
De vuelta en casa, John pasaba la cinta del moño sobre el improvisado papel de cumpleaños que había podido encontrar, intentaba darle forma de regalo al acetato que le había comprado a Paul, mirando el reloj como un maniaco. La comida estaba sobre la mesa, dispuesta lo mejor que pudo acomodarla, y había tenido la suerte de encontrar un par de velas en la alacena.
Ya era la hora de que llegara Paul, pasados 3 minutos, pero el chico no podía hacer valer la impuntualidad y el cerrojo de la puerta se escuchó chasquear cuando el bajista introdujo su copia de la llave para entrar.
-¿John?-
-Feliz cumpleaños Paul- soltó John arrojándose sobre Paul, aprisionándolo contra la puerta al abrazarlo. Paul le respondió el abrazo y sonrió.
-Lo recordaste.-
-Por supuesto so tonto.-se burló John intentando evitar que los nervios lo traicionaran.-tengo algo...-la envoltura se le pegó a la mano, y estaba luchando por despegarla sin llamar la atención, jalando los dedos con fuerza paro lento para que Paul no sintiera los jalones que ocurrían a su espalda.- algo para ti.-John jaló su mano una vez más, la envoltura pegada a su mano se despegó del resto. John sonrió apenado, dándole el disco a Paul con algo de incomodidad.-perdona.-Paul le sonrió con dulzura, tomó el moño del envoltorio y lo pegó sobre la cabeza de John.
-Tonto.-susurró con una sonrisa. Sonriente, John le dio un beso.-Uhmmm, sí me gusta más eso de obsequio.-
-Ya tengo el moño, ahora sólo te falta quítame el envoltorio…-
Compañeros de juego.
Mature ContentAdvertencia: lenguaje explícito. Yo lo catalogaría en clasificación B+15 O.-
JohnxPaul
Componer canciones, cantarlas, comer, dormir, jugar cartas con George y Ringo, ver películas, leerse cartas de los fans… esas eran algunas de sus actividades juntos. Donde sea que John Lennon y Paul McCartney estuvieran juntos, había risas, bromas, y diversión. A veces eso provocaba simpatía, generalmente sólo en sus dos compañeros de banda, risas, generalmente en todo aquel que no fuera su víctima, berrinches, generalmente en la víctima y en Brian, y si estos se aunaban y conformaban un mismo sujeto… aquello se volvía una bomba difícilmente aburrida.
-¡JOHN Y PAUL VENGAN INMEDIATAMENTE AQUÍ!-gritó el manager, intentando alcanzar a los dos músicos. Brian correteaba tras ellos, intentando darle vuelo a sus limpios y boleados zapatos caros, pero aunque el par iba casi en caminata más que corriendo, y que ambos se volteaban a hacerle gestos, el hombre no podía alcanzarlos.
Frente a los incrédulos ojos de Brian, de pronto Paul le hizo una seña al guitarrista y ambos comenzaron a correr de verdad, como corrían de sus más fervorosas y alocadas fans, y huyeron por el pasillo hasta perderse de vista. El manager se detuvo y resignado dio media vuelta a su habitación, ahora destrozada por el par.
Sus pechos subían y bajaban abruptamente por la agitación, ambos soltaron una risita traviesa, entre los jadeos de cansancio, y apoyándose en la pared se dejaron caer, resbalando por la pared hasta el piso.
Paul se volteó a ver a John, quien tenía en sus ojos un deje de picardía alocada, lo cual contrarió al primero.
-¿Por qué me miras así?-preguntó divertido.
-Por nada, es sólo que… bueno, esto es muy excitante, ¿no crees?-preguntó el guitarrista apoyando la cabeza en la pared tras él.
-Sí bueno… es divertido…
-No, hablo de… bueno, yo tengo el corazón a mil.- Paul lo miró intentando saber si había comprendido bien aquel comentario. John le mantuvo la vista, con tal intensidad que parecía como querer adueñarse de su rostro a través de los ojos. Paul sintió un escalofrío ir desde su nuca hacia abajo, fríamente y con rapidez.
Sí, se trataba justamente de lo que estaba pensando.
Paul tomó la mano de John y jaló de él hacia el interior de una habitación.
Estaban solos, dentro de una habitación de hotel en algún lugar del mundo donde tendrían un concierto en unos días; encerrados como estaban en aquel piso de hotel, sin poder ignorar los gritos histéricos del exterior, no parecía haber nada mejor que estar parados en medio de aquella sala mirándose el uno al otro, y saber lo que pasaba por la mente de ambos como si desde hace mucho compartieran un solo cerebro. Siempre habían tenido una relación estrecha, y básicamente nunca le habían puesto límites, no tendría porque haberlos ahora, no los había ahora.
Se pusieron uno enfrente del otro, como cada vez que urdían alguno de sus traviesos planes y se contemplaron como nunca lo habían hecho. La tensión se notaba en sus rostros, pues aunque ambos tenían la misma imagen en sus cerebros, ninguno sabía si dar ese primer paso le correspondía a uno o al otro.
Ambos se aproximaron para dejar que sus narices se tocaran, y en ese momento sintieron un irrefrenable deseo de probar los labios de su igual. John cerró los ojos y besó a su amigo como ni siquiera lo había hecho con ninguna chica, y Paul hizo lo propio, dejándose besar, sintiendo los dos que una maravillosa sensación de liberación se apoderaba de sus cuerpos y los obligaba a despojarse de sus ropas cuanto antes aunque ello supusiera despegar sus labios, esos labios que cada uno sentía como suyos.
Mientras se desnudaban les pareció oír pasos por el pasillo, paralizados, miraron la puerta de la habitación y esperaron en silencio, John agarró a Paul del brazo y lo llevó a un rincón más apartado y oscuro de la habitación. Los pasos se alejaban de nuevo y la tensión volvió a desvanecerse y empezaron a reírse por lo bajo; pero la risa paró de inmediato, en cuanto se miraron de nuevo y recordaron por lo que estaban allí.
— Bueno Johnny, ¿por dónde íbamos?
— Creo Paul, que iba a quitarte esos calzoncillos.
Y sin más dilación John se abalanzó sobre Paul, que arqueando la espalda le dejó camino libre para que el otro le arrancara violentamente aquellos boxers. Se colocó sobre él y agarrando su miembro erecto comenzó a bajar y a subir, lo que provocó que Paul se estremeciera y lo mirara perspicaz.
— Vaya quien diría que fueras diestro en esto John, hasta pareces compañero de Brian.-
— Ni lo sueñes Paul - decía John sin cesar en su empresa — Eso lo serás tú.-
John continuaba agarrando el sexo de Paul y moviéndolo lentamente y sintió un escalofrío cuando Paul se irguió y estirando un poco su brazo hizo lo mismo con el suyo, bajando sus boxers. No cesaban de mirarse y sonreír, haciendo bromas a cada poco, como si aquello fuera alguna otra de sus bromas, como si fuera una simple forma de experimentar algo que no habían antes hecho ¿con quién mejor que con tu mejor amigo? ¿Quién comprendía mejor al otro? Ninguna chica podría saber tanto de uno como el otro, aun leyendo mil artículos sobre él, ni tendría jamás la confianza que tenían ellos. Nunca.
El par de rostros enrojecidos y sudorosos, mantenían en vista el rostro del otro.
Y mientras volvían a reflejarse cada uno en los ojos del otro sus cuerpos temblaron por última vez, y cuando por fin se liberaron se tumbaron desnudos en el frió suelo de la habitación.
— Oye Paul — dijo John con los brazos bajo la cabeza contemplando el opaco techo.
— ¿Sí? — preguntó Paul en la misma postura que su amigo.
— ¿Volveremos a hacer esto? — John parecía confuso.
— Pues no lo sé… ¿a ti te ha gustado?
— ¿Sonaría raro si te digo que sí?
— Para nada. Y en cuanto a mí, todo sea por mi mejor amigo.
Ambos rieron, y mientras se vestían se miraban sus cuerpos desnudos.
— John, creo que yo la tengo más grande. Lamento decírtelo — dijo Paul en tono afectado.
— ¿La cabeza? Sí, ya lo sabía. ¡Como para no verla!
Y salieron de la habitación de camino al lobby, listos a ser el blanco de una nueva reprimenda de parte de su manager. Pero no pensaban en las consecuencias, pues ante todo eran amigos, compañeros, y nada ni nadie podía cambiar aquello.
Disfraz JohnxPaul
Basado en una foto de Paul vestido de lobo. O.-
Contenido maduro!!!
—No pensé que hablaras enserio cuando dijiste aquello de los disfraces.- comentó Paul sacando un saco largo y raído color gris, con manchas de tabaco en las mangas, que parecía el perfecto atuendo para pasar inadvertido como un vagabundo cualquiera.
—Claro que era enserio.-replicó John con el ceño fruncido, evaluando un sombrero que no recordaba haber comprado.-Salir en esta maldita ciudad es un escándalo aun siendo un sin nombre, ni de chiste saldría a que la gente me persiga y me apunte con el dedo sólo por llamarme John Lennon.-sermoneó acomodándose el sombrero en la cabeza y mirándose en el espejo con aire crítico. Paul rodó los ojos.
—Antes solía gustarte… de hecho te encantaba, recuerdo perfectamente como insistías en intentar escaparte de los hoteles y andar como si nada por las calles más transitadas, sonriendo como si de verdad no supieras porque te miraba la gente.-
—Era en otros tiempos Paul… ahora he crecido, estoy demasiado cansado de corretear como adolescente intentando huir de las fans.-se quejó John, sin apartar la vista de la imagen graciosa de él con aquel sombrero de copa. Se hizo un gesto y se llevó los anteojos hasta la punta de la nariz.
—Anciano.-soltó Paul fingiendo que tosía. John le dedicó una mueca desde el espejo. Paul se encogió de hombros y le sonrió.-Sólo… no me eches "el pretexto" John, me sé tú discurso de memoria. Te lo aprendiste tan bien que lo repites tal cual en cada entrevista que has dado… ya hasta lo podría decir por ti.-comentó Paul pretendiendo humor, pero escondiendo el enojo que le causaba el tema.
—Wow-wow espera… en alguna parte de tu intento de sarcasmo me he perdido.-John se giró para mirarlo. Tenía el cabello despeinado saliéndole por las solapas del sombrero tal como lo haría con un espantapájaros. El hecho de que sobre su ligeramente grande nariz colgaran sus redondas gafas no ayudaba a darle un efecto menos cómico. Paul estalló en risas. -¿Qué?-
—Hahaha… olvídalo, es sólo que… jajaja te ves muy gracioso.-Se burló Paul enroscándose de la risa, John se quitó el sombrero y lo golpeó con él levemente.
—Muy gracioso… te enseñaré a no burlarte de mí.-John se colocó sobre él y comenzó a picarle el estómago con rápidos movimientos de su mano. El chico soltó un chillido e intentó escapar revolviéndose bajo el cuerpo de John, pero éste lo había encerrado entre sus piernas y mientras apresaba los brazos del bajista con una mano, la otra le hacía cosquillas por todo el cuerpo. Paul no soportaba más, estaba llorando de la risa, y la falta de oxígeno había hecho que su rostro se volviera rojo.
—Para…. Ahhh…. Por favor, John hahaha… hahahaha… para.- Cansado, John le paseó la mano por el cabello dándole un leve tirón al final y se sentó en el suelo, también riendo.
—Eso te pasa por no respetar a tus mayores.-presumió.
—Sí, vaya hombre mayor tan maduro que eres Johnny.-se burló Paul, apoyando la cabeza contra la pared para recuperar el aliento. John rodó los ojos y le arrojó el sombrero a la cara, sin fuerza como para hacer más.
Pasados unos minutos, las risas les animaron, Paul había encontrado el viejo traje que John había usado para representar a Tisbe en ese sketch sobre Shakespeare que había realizado alguna vez. Paul se lo puso sobre su pantalón y lo modeló con burla. El vestido le trajo recuerdos a ambos, y de pronto John, en uno de esos actos que hacía sin que te lo esperes, estaba de nuevo sobre él recitando como si fuera aquel mismo día. John atrapó a Paul contra la pared, y acercándose declamó su línea de nuevo:
—"Muerto. Una tumba debe cubrir esos ojos y labios de lirio. Esa nariz de cereza. Esas mejillas de amarillas prímulas. —John le paseó un dedo contra la piel de la mejilla. Paul suspiró.- Todo se ha ido. Los amantes se quejan. Sus ojos eran verdes como puerros… su voz era dulce…-Paul pestañeó al notar que algo en el guión había cambiado de pronto.-su cabello era un desastre encantador, y…-John se acercó hasta Paul, lo más cerca que podía estar de él sin restregarse contra su piel.
— ¿Y?-preguntó Paul tragando pesado.
—Y es por eso eres un terrible demonio Paul…-John le besó la frente y se separó de él. Paul se quedó contra la pared, mirando a John hincarse de nuevo sobre el montón de disfraces sobre el piso. El bajista respiró hondo, pidiéndole a su corazón que se calmara y a su mente que no le jugara juegos. "Ignora lo que hizo y todo estará bien" se musitó sin despegarse de la pared. Finalmente, Paul recuperó la compostura y siguió escarbando en el fondo del closet en busca de algo más que modelarle al criticón de John.
Las risas de ambos se repetían sin fin en los pasillos aledaños de aquella casa casi vacía. Paul ya había tocado el fondo del closet, y se topó entre risas con una caja. La tomó y la sacó, dentro había un último disfraz. Al mirarlo el bajista arqueó una ceja y sonrió pícaro levantando una diminuta capa roja, y unas orejas de lobo, las movió frente el rostro de John y éste, carraspeó acomodándose los lentes que no tenían nada de malo.
— ¿Fetiche con Caperucita? ¿De verdad?-preguntó Paul con sorna sacando de la caja una provocativa falda roja con holanes blancos.
—Que mente tan perversa tienes Paul… es… un disfraz para el colegio… de esos que le piden a los niños…-se justificó John.
—Ah, claro… como Julian tiene mucho para salir de Caperuza…-
—No era para Julian…-
— ¿Sean?- Paul elevó dos perfectamente arqueadas cejas. —John, estoy de acuerdo que es bueno que Sean tenga la mente abierta a las posibilidades, pero te juro que ni un niño de su edad sentirá normal ver a un chico vestido de Caperuza…-
—Agh! Basta.-John le arrebató la falta de las manos y la comenzó a doblar. —De acuerdo… sí, era un traje que solía usar Cyn, Maureen lo hizo para ella…- Paul abrió los ojos sorprendido.
—¿Cyn? ¿Cynthia usó eso?-John asintió- Wow, no sé porque de ella no me lo esperaba… se debió ver muy bien.-John le hizo una mueca y Paul rió.- ¿Así que Maureen se entretenía haciéndole ropas "sexys" a nuestras novias? ¡Caray! De pronto sus habilidades de costura me han sorprendido más que cuando ha hecho los trajes de Sargent Peppers… -Paul miró de nuevo la ropa y sonrió, lascivo. El bajista se mordió el labio y luego de dudarlo un poco se puso las orejas de lobo.- ¿Qué tal me van?- John se ahogó al voltear a mirar a Paul usando orejas de lobo. Su rostro se veía sonrojado mientras miraba el pícaro rostro de Paul con los ojos tan abiertos que parecía cegado por una luz extraña.-Okey… creo que no me van.-Paul se llevó las manos a la cabeza para quitárselas, pero John le detuvo tomándole las manos.
—No, te quedan bien.-Paul hizo un gesto de duda.-Enserio… luces…bien.-"más que bien"
— ¿A sí? Dime qué ves…-tentó Paul. Ambos se miraron un rato con intensidad, Paul queriendo obligar a John a que soltara la verdad tras esa mirada, y John intentando decirle con los ojos que lucía sexy, pero que no lo diría en voz alta.
El silencio se prolongó como nota en un piano perfectamente afinado y funcional. Ambos mantenían la postura, y los brazos de John, estirados para que éste tomara con sus manos las de Paul, parecían querer regresar a sus sitios de descanso. John finalmente pestañeó, errando en ignorar la visión de Paul con esas orejillas. El guitarrista maldijo y usó la ventaja de ya tener los brazos sobre los hombros de Paul para rodearlo y acercarlo a sí para poder besarlo.
Paul seguía con los ojos abiertos, y la forma brusca en que John se lanzó contra él hizo que los mantuviera así mientras sus labios colisionaban. Sintió la presión de los labios de John contra los suyos, la voracidad con que John parecía querer impedir que algún espacio de su boca no fuera tocado, sintió las manos de John, una en la nuca, jalando hacia adelante, la otra en su espalda, tan caliente que Paul parecía sentirla a través de la ropa como si éstas nos estuvieran allí. Sus pechos chocaban uno contra el otro al acercarse para intensificar el beso… no podía respirar, y sentía que el mundo se había reducido a ese pedazo de pasillo. John se separó de él un poco, juntando su frente con la de Paul al tiempo que recuperaba el aliento.
—Creí que era el lobo quien asediaba a Caperucita…- John clavó la vista en los ojos de Paul y soltó una risita.
—Es que este lobo es muy manso…-
— ¿Eso crees?- John asintió. Cucado por la actitud burlesca de John, Paul se separó de éste y clavó la vista en el reloj. —Tienes 25 segundos de ventaja John, después, no tendré piedad contigo.-el aludido soltó un siseo.-23 John, te quedan 23… 22…-El guitarrista se puso de pie y comenzó a correr divertido por el pasillo en dirección a la planta baja, pero casi al llegar a las escaleras, Paul lo alcanzó. El bajista lo jaló de la camisa, obligándolo por la fuerza del jalón a caer sobre los escalones. John no tuvo tiempo de quejarse, Paul se le puso encima, como John había estado sobre él, pero ahora apresando al guitarrista contra los escalones de la escalera.
—Bien, me atrapaste, lobo feroz…-se burló John al ver como los ojos de Paul pretendían mostrarse fieros.
—Sí, y no pienso tener piedad de ti.-John se rió con sorna.
—"¿Quién le teme al lobo feroz? ¿Al lobo? ¿Al lobo?"-canturreó sonriente. Paul fingió un gruñido.-Wow ¿Qué vas a hacerme?-
—Voy a devorarte.-le susurró en el oído. El aliento de Paul chocando contra su oído hizo que John se removiera con escalofríos. Paul sonrió, bajó la cabeza y suspiró sobre la piel del cuello del guitarrista, le pasó la nariz con lentitud y John se removió de nuevo, con más fuerza.-Te advertí que no tendría piedad.-John tragó saliva, y al notarlo Paul siseó en su oído.- ¿Sabes para que tengo estas manos, Caperuza?- John tragó de nuevo.- Debes preguntar "¿Para qué?" Johnny rojo.-
— ¿Para qué?-musitó John casi sin voz.
—Para esto.-Paul metió las manos bajo la tela de la camisa negra de John, paseando las yemas de los dedos contra su piel, acariciando el pecho y la espalda, presionado los hombros y raspando el cuello. John soltó un gemido e intentó acallarlo, pero era tarde, Paul lo había oído, y su sonrisa se hizo más grande.
— ¿Sabes para que tengo esta boca?-
— ¿Para qué?-preguntó John apoyando la cabeza contra el escalón sin poder distraerse de la sensación de las manos de Paul recorrerle todo el dorso.
—Para esto.- Paul bajó la cabeza y mordió el cuello de John. Su lengua húmeda le hacía cosquillas sobre la piel mientras los dientes presionaban con fuerza. Está vez John no acalló el quejido que le surgió al contacto de Paul con su piel. La boca del bajista se paseó por lo largo de su cuello, sus mejillas, su ojera y su clavícula, y cuando ya no había sitio que no hubiera probado, le quitó la camisa.
El bajista bajó un escalón aún encaramado sobre John. Ahora se dedicó a mordisquearle el pecho, a besas sus hombros, sus brazos, su estómago. Su cabello caía sobre la sensible piel de John, y las caricias que no se detenían, la rasposa, húmeda y caliente lengua de Paul combatiendo contra las cosquillas que el cabello le ocasionaba, estaban enloqueciendo a John. El guitarrista se removía contra los bordes de los escalones, bajo las piernas de Paul ocasionando que sus muslos chocaran. Enfebrecido, John llevó sus manos hasta la cabeza de Paul, agarrándolo por los mechones, chocando contra las orejas falsas de lobo. El bajista se detuvo, quedándose completamente quieto.
—Sin piedad.-repitió. Sacó sus manos de debajo del cuerpo de John y detuvo con ellas las manos de éste.- Quieto.-le ordenó. John intentó zafarse y después replicar, pero Paul ignoró sus intentos y siguió lamiendo la piel desnuda de John, cuando el bajista se detuvo sobre su pezón, John se mordió el labio cesando inmediatamente con toda queja.- ¿Te estarás quieto?-rodeó la piel con la punta de la lengua. John gimió de nuevo, tensionándose. –Responde Johnny boy.- John levantó la vista con sus ojos lujuriosos estallando, sonrió de medio lado y contestó.
—Me portaré bien señor lobo. Seré obediente.-
—Bien…-le soltó las manos.- porque los chicos obedientes saben mejor…-
La piel mordisqueada era ya demasiado poca, la tentación de explorar oralmente aquellas sendas escondidas latía como una expectativa poderosa. Las hábiles manos de bajista de Paul se deshicieron pronto del cinturón y pantalones de John. Su cuerpo desnudo tembló por el contacto con el frío de las escaleras y el contraste contra el cuerpo de Paul, ardiente por la excitación y las prendas que aún no se le había permitido quitarle.
Paul contempló la escena con el rostro perverso de un ganador. John, desnudo y sudoroso le devolvió la vista con un par de ojos anhelantes.
Las manos de Paul se movían por los muslos de John, su abdomen y espalda, todo en un orden extraño que parecía terminar siempre en el miembro del guitarrista. El pelinegro paseó sus largos dedos por los costados del miembro erecto, torturando al guitarrista. Sus dedos acariciaban la piel con lentitud, casi despegándose al mantener un contacto lento y suave. John gimió y apretó los dientes con fuerza.
—Paul… por favor, me he portado bien.- El aludido soltó una risita traviesa, y asintiendo finalmente, llevo su boca hasta el pene de John. El calor de su boca y la dureza de John dispararon todas las energías que les quedaban. Las ropas de Paul sobraban y pronto él y John se encargaron de dejarlo completamente desnudo salvo el cabello, que aún portaba las orejas de lobo.
John llevó su mano hasta la erección de su compañero y masajeó. Las oleadas de calor que sobrevenían sus cuerpos los removían en espasmos. John dejó caer su cabeza hacia atrás y se golpeó con un escalón.
—Au. Paul… No es que no lo estés haciendo bien… lo haces de maravilla, pero, ¿podríamos ponernos en algo… liso?- Paul se le quedó viendo. Una pausa no le haría mal. Paso las piernas a otro escalón, liberando a su pequeña presa. Ambos subieron, dejando la ropa tirada sobre la baranda y los escalones. Cuando John comenzaba a ir hacia el pasillo, el bajista lo detuvo del brazo. Pero no lo giró, se quedó a sus espaldas, recargando la barbilla en el hombro de su amigo.
—Aquí es suficientemente "liso"-sentenció. Sus manos se pasaron al pecho de John y lo acercaron hacia él, obligándolo a chocar su espalda contra su dorso. Los dientes de Paul se encajaron en su hombro, y el guitarrista se dedicó a presionar su cuerpo hacia atrás, contra el de Paul, llevó sus manos contra las caderas y muslos de éste, intentando retenerlo cerca.
—Inclínate.-pidió Paul contra su oído. John obedeció, apoyándose contra la pared, sosteniéndose a penas con sus manos. El bajista rozó los glúteos de John con la punta de su miembro, un gemido escapó unos centímetros por debajo de él. Paul acarició la espalda de John y se inclinó sobre él para comenzar. Las orejas de lobo se le cayeron al inclinarse para besar la nuca de John, y su cabello oscuro picaba la piel de éste. —Te extrañé.-murmuró Paul en su oído, expeliendo más emoción en esa frase que en todos sus intentos de libidinosos comentarios anteriores.
—Y yo a ti.-respondió John. Con eso, el bajista se irguió un poco y dejó que su cadera de restregara con la de su John, hasta que, finalmente, entró en él.
Paul se movía frenético, tomándose de las caderas de John para impulsarse, ambos gimiendo con el choque entre sus cuerpos, combatidos por las olas de calor, dolor, placer… arrebatados a sentir sólo como parecía que sus cuerpos embonaban para ser uno.
Paul embistió de nuevo, directo a la próstata y John se retorció extasiado.
Paul sonrió y se movió más rápido, sacudió su cuerpo hacia atrás y adelante, tocando, sintiendo y moviéndose sin problemas contra John, ambos se estremecieron completamente enfebrecidos, extasiados con la sensación de uno contra el otro. Un gritó escapó de los labios de John, y el sonido llevó a Paul a liberar uno propio. El calor contenido en su cuerpo se dejó correr hasta liberarse, y el placer lo llevó a la tranquilidad absoluta. Paul se dejó caer sobre John. Al guitarrista le temblaban las rodillas, y el peso de su amigo lo obligó a desplomarse sobre el piso. El castaño rodó, dejando a Paul acomodarse sobre él. Abrazados en el piso, con los cuerpos sudorosos combatiendo con el frío.
—Te amo.-suspiró John, Paul levantó la vista sorprendido, queriendo mirar en sus ojos si aquello era una cruel broma. Pero no era así, los ojos de John parecían haber recuperado juventud, y al mirarle lo hacía con aprecio, sin ningún signo de que fuera parte de su últimamente sobre utilizado sarcasmo. Paul sonrió.
—Lo dices porque ahora sí le temes al lobo feroz.-ironizó, pero se apretó más fuerte contra el pecho de John, recargando de nuevo su cabeza contra él.
—Sí, bueno ese juego lo puedo seguir yo…-
—No recuerdo que Caperucita fuera muy brava con él.-
— No, pero ¿qué tal el cazador?- Paul soltó una carcajada sobre el estómago de John, se irguió y le besó la nariz.
—Te amo.- le dijo. –Y más te vale que encuentres un traje de cazador…-
Sentidos
JohnxPaul
SEXUAL EXPLÍCITO!!!
- ¡Ah!
La respiración te falta y es acompañada de fuertes sacudidas en tu vientre. Desgarradores gemidos se acumulan en tu garganta. El contacto de piel contra piel aumenta la líbido que reina en ese encuentro prohibido a los ojos de cualquiera. Delicioso a los ojos de aquellos que gustan del pecado. Placer.
Los gritos te ensordecen y estás seguro que a cada segundo que el reloj va perdiendo, llegas de a poco a la gloria.
Primero, sientes como tu capacidad auditiva se hace completamente nula para centrar tu atención en los majestuosos movimientos de lengua que realiza tu amante entre tus piernas flexionadas, permitiendo mayor acceso. Esos suaves y tortuosos movimientos en tu pene te vuelven loco. Impiden que escuches otra cosa que no sean los jadeos incontrolables que nacen desde lo más profundo de tu ser, desgarrandote las cuerdas vocales y con ellas la necesidad de que esa noche nunca acabe.
No puedes oler nada más. Sólo esa embriagante mezcla de tu sudor con el de él, combinado con el perfume que te atrapó desde que lo tuviste lo suficientemente cerca en esa fiesta, y recuerdas como lo viste posarse seguro frente a ti, seduciendote, o más bien amarrandote en sus redes cual telaraña traicionera.
Ese arrasante perfume ahora fusionado con el aroma a sexo, pasión, arrebatos. Lujuria.
Bajas tu mirada hacia la cabellera revuelta y sudorosa de él y se te antoja unas de las visiones más jodidamente excitantes que has tenido la fortuna de ver en toda tu vida.
Tus orbes se nublan de placer.
Ambas se van quemando a la par del tiempo con la satisacción de tenerse y sentirse. En la indescriptible necesidad de deleitarse juntos. Y caes en la cuenta que después de ese momento, tu vista se perderá para siempre. Quedará grabada al rojo vivo en tu memoria esa imagen y todo lo que veas después de esa noche, parecerá insignificante… Oscuro. Sin vida.
Inconscientemente, tus uñas se posan en la espalda de tu amante, cubierta por una fina capa de sudor, después de que una leve mordida a tu sexo lograra hacerte encorvar tu cuerpo completamente hacia el frente y sintieras esa oleada tan deliciosa de placer y erotísmo en todo tu cuerpo.
Tocas la fina y suave piel de su espalda, ahora erizada por el contacto de tus uñas sobre esa parte tan sensible y restas de nuevo un sentido a tu cordura. Realizas que ese salvaje roce ha robado para siempre el tacto en ti… Tu capacidad de sentir otras pieles de nuevo y poder experimentar el mismo furor y necesidad como lo haces ahora con él no será la misma por mucho que lo intentes.
De nuevo otro gruñido gutural se escapa por tu garganta y tomas con fuerza su cabellera enredada y lo acercas a ti para después morderle el labio inferior lentamente.
Ese beso te deja conocer por primera vez la delicia de degustar el dulce néctar del sudor convinado con saliva. Y esa es la gota que el vaso derrama. Porque estás seguro de que a ese embriagante sabor, nisiquiera el más añejo de los vinos, logrará hacerle una comparación aceptable.
Ahora las hábiles manos de él acarican tu pene, ayudandote a llegar de una vez por todas, y te mueves contra él, obligándolo a no detenerse y haciéndolo entenderlo con un beso hambriento, queriéndo sentir más y más.
Muerdes su hombro derecho, él continúa moviéndo su mano y tu mente viaja sin retorno al infierno, o quizás a la mismísima gloria. Como justo ahora, cuando tiembla toda tu anatomía respondiendo al placer acumulado y no piensas, no reaccionas, no ves.
- John!!!-gritas con tanta fuerza, que él debe unir sus labios con los tuyos de nuevo, y entre el beso pregunta sonriente.
-¿Sí?-tú sonries y te despegas de él para susurrarle.
-¿Lo haces de nuevo?